domingo, 19 de abril de 2015

Cadenas.

"Que se rompan las cadenas y se recojan del suelo con la mano firme. 
Que su oxido se alce hasta el punto de que reluzca haciendo visible la victoria. 
Que se rompan las cadenas y se sostengan rotas al viento con el puño cerrado.
Que rompan las cadenas quienes posean un pulso frío y un corazón de latido incesante.
Porque no puede haber cadena que frene su cuerpo.
Se ha de obrar justicia y sacar todo el odio que el roce del acero ha causado en el corazón.
Porque hay heridas que nunca se debieron abrir.
Y solo se curan con manchas de sangre sobre quienes crearon ampollas.
Porque las cadenas nos pesaron, no nos dejaron avanzar.
La rabia contenida hasta el momento de despojarnos nos llenó de dolor.
Que las caras de los despojados de la libertad se llenen de lagrimas. 
Que sientan ansiedad por no estar libres y no cesen en su intento.
No vale con tirar del acero.
No vale con tener las manos calientes e intentar moldearlo.
No vale con ensanchar el eslabón.
Porque solo se conseguirá que el que las puso vea que se van a romper. 
Y créeme que las apretará de nuevo.
Y con más fuerza.
Y habrá más heridas, más anhelo de libertad y más llanto.
La decisión tiene que ser meditada pero eficaz.


Las manos quedarán doloridas tras el trabajo.
Tras arrancar las propias habrás de ayudar al vecino.
En ese momento la justicia se expandirá como la niebla.
Las cadenas que estaban primero en las manos volarán.
Pero como mero signo de provocación y liberación.
Que al caer los ahora hombres libres las agiten.
Que sus sonidos despierten a todos.
Que un olor de óxido inunde a todos, incluso a quién las puso.
Que la agitación recorra por los cuerpos de los liberados.
Que el entusiasmo de divisar la libertad lleve al ataque.
Que sean los que forjaron las cadenas,
los que apretaron las cadenas, 
los que las sufran.
Que sus cuellos queden sonrosados.
Que sus pies acaben morados.
Que les salpique su actitud.
Que el corazón del saqueado sea quien vea a la victima postrada.
Porque hay que sentir para hacer sentir. 
Desde el odio hasta la alegría.
Y el odio que han sentido aquellos que llevaban las cadenas no se puede sepultar bajo tierra.
Se tiene que propagar. 
Y que los llantos que las cadenas llevan en cada palmo de acero lleve grabado la miseria del cuerpo atado.

El ruido de las cadenas me ha hecho levantar de mi cama en la madrugada para manchar con tinta mi cuaderno y escribir esto. 
Suena mi cadena; aunque es de seda, pero es cadena."

Zar Alberto (Febrero, 2015)

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