lunes, 9 de febrero de 2015

Que no vengan esas musas.

"Solo para lo que sea. Asesiné a mis musas y las que quedan las tengo en una jodida esquina aterradas. Mientras mi memoria no borra un solo recuerdo, mis lagrimas no piensan ni por un momento salir a relucir y abrillantar mi quemada piel porque no lo ven necesario.

Es por eso que lo que creo es tan puro, sin ayuda de diosas que me enarbolan y me quieren solo porque me dan la energía necesaria para continuar; pero no son más que placebos, y ya no cedo más ante trucos.


Luces de ciudad que atormentan, sonidos que estremecen y los valores más pisoteados que basura tirada en una avenida transitada por las más alienadas mujeres en busca de joyas y ropitas para alimentar y contentar a unas musas que sólo buscan lujos, cegadas por la codicia.

Las mías no, no sé si me conviene o no, pero sé que aún tengo sensibilidad - difícil hoy -. Seguiré luchando contra ellas todos los días, porque quieren que me conceda un segundo y no quiero. Porque mis musas quieren que lo deje si esto me hace daño, y quiero radicalizarlo; porque ahí descubres su belleza.

Una belleza que esas diosas de la lucidez más pasmosa atraviesan día a día contándome lo que se siente, y les corto la lengua; porque quiero descubrirlo yo, y les corto las piernas; porque la envidia no quiere que alguien llegue antes que yo.

Porque voy contra todo y aún solo, porque no quiero una musa que me diga lo que tengo que descubrir. Abro mi carne, saco mis palabras de los momentos más duros y mis ojos brillan por instantes en los que mi vida pendió de un hilo, reflejados en el Sol de la tarde que no debió acabar.


Sin dejar nada al azar ni a la fortuna. Ellas me tientan y cada vez que vienen les recuerdo con el grito más grande que pueda articular 'vais a acabar muertas, como vuestras otras compañeras y perderéis la vida si se os ocurre dirigirme la palabra'.


Y cuando lo hago de mí sale un fuego que elimina todo lo que ellas me trajeron y una luz aparece entre el suelo que cada vez es más fangoso y gris, además pienso en los días en los que ellas no eran más que otro paciente de la locura traída por el éxtasis. Comprendo su inestabilidad, viveza y agitación, pero no me muevo así. Porque les arrancaré la cabeza y las ganas de sentir como se me arrimen, y lo saben, pero en su frenesí tan puro y natural que me transmiten comprendo su amor en cada movimiento, en cada estela que dejan y en cada perfume que desprenden, pero no. 


No quiero que se acerquen y si lo hacen, un brillo - tan grande como el que nunca vieron, tanto que dejará en ridículo la más bella puesta de Sol que ellas nunca vieron - apagará sus vestidos y quedarán reducidas a cenizas y una máscara provocadora que no llama a nadie, porque son viejas sus caras e inocentes mis ojos para verlas y decidir irme a otro lado. Lejos de ellas. Que no vengan".

Zar Alberto.

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